El 23 de julio de 1911, un grupo de 178 trabajadores fundó en Bilbao el grupo Solidaridad de Obreros Vascos, embrión del sindicato ELA. Cien años después, aquella organización que encabezó Luis de Jaureguibeitia se ha convertido en el sindicato mayoritario en Euskadi, con casi 110.000 afiliados y el 40,33% de los delegados sindicales de la CAV, que sigue reafirmándose en los dos principios que la hicieron nacer: la reivindicación nacional y la de clase.
ELA está a punto de cumplir un siglo de vida y prepara con mimo su centenario. De aquí al 23 de julio, el sindicato organizará diversas charlas y exposiciones para repasar sus cien años de historia en un tono más reivindicativo que nunca porque "este sindicato sigue vivo y es útil para la clase trabajadora", como asegura su actual secretario general, Adolfo Txiki Muñoz, que recuerda que la conmemoración de su primer centenario llega "en un momento tremendamente duro para los trabajadores".
"Nuestro reto ahora es hacer frente a los recortes de la patronal vasca y estatal", apunta Txiki, que recuerda que "cada generación ha tenido sus propias dificultades". "Unos crearon esta organización cuando no existía el sindicalismo vasco, otros afrontaron la Guerra Civil y se mantuvieron activos en la clandestinidad, otros refundaron el sindicato en el Congreso de Euba... Cada generación ha hecho frente a su propio reto y tiene un enorme mérito", apostilla el secretario general de ELA.
orígenes Durante los primeros años de vida, la actividad de Solidaridad de Obreros Vascos (SOV), un grupo surgido de los círculos nacionalistas bilbainos, se centró en la ayuda mutua entre los afiliados a través de comedores sociales, una red de atención médica y diversos proyectos de escolarización, entre otros sistemas de cooperación. En 1918, SOV formó su primera comisión regional en Gipuzkoa y en 1929 celebró su primer congreso en el frontón Astelena de Eibar, en el que los afiliados hicieron una apuesta firme por la vía reivindicativa.
El sindicato siguió creciendo y ganando militantes en el período de la II República. En 1931, SOV formaliza su regional en Álava y un año más tarde lo hace en Navarra. En 1933, la organización celebra su segundo congreso en Gasteiz, en el que cambia su nombre por Solidaridad de Trabajadores Vascos (STV) -unas siglas que aún acompañan al nombre oficial actual ELA-STV- y sale elegido como presidente uno de sus principales referentes históricos, Manuel Robles Arangiz. A la vez, el carácter reivindicativo de sus afiliados, cuyo número ya rondaba los 50.000, sigue tomando fuerza hasta el punto de celebrar los primeros de mayo y participar en algunas de las huelgas que convocaba UGT.
Pero la sublevación franquista y la posterior Guerra Civil dieron al traste con el crecimiento y la actividad de STV, que pasó a desarrollarse en el exilio hasta los años 60, ya con el nombre en euskera Eusko Langileen Alkartasuna (ELA). A comienzos de esta década surge, además del núcleo de Biarritz, otro grupo en Hegoalde con el mismo nombre de ELA, críticos tanto con los primeros como con el PNV, también en el exilio a causa de la dictadura.
En 1968, una nueva escisión divide a ELA en Hegoalde, creándose ELA (A), afincada fundamentalmente en Bizkaia, una fracción que no se reincorporará hasta 1990, cuando la organización ya se había consolidado como la central sindical mayoritaria entre los trabajadores vascos, una condición que no ha perdido hasta hoy.
Eibar-Euba La clave para este éxito se encuentra en el Tercer Congreso de Euba-Eibar celebrado en 1976 con 182 militantes y en el que salió elegido Alfonso Etxeberria como secretario general -en 1988 fue sustituido por José Elorrieta para dar aún más presencia al sindicato en la vida social vasca-. En aquel Tercer Congreso el sindicato asentó las bases para salir de la clandestinidad. "Estábamos todos muy comprometidos e ilusionados", recuerda Txiki Muñoz, presente en aquella reunión, que pese a celebrarse en la clandestinidad "contaba con cierto consentimiento por parte de las autoridades". "Optamos por mantener la identidad de clase y abertzale pero apostando fuerte por nuestra autonomía", relata Muñoz.
En aquel congreso se planteó a los militantes una cuota de 200 pesetas -a los afiliados con mayores recursos se les pidió un compromiso de 300 o 400-, una cantidad superior a la que planteaban los sindicatos mayoritarios en aquella época. Esta cuota, esencia de su independencia económica respecto a partidos políticos e instituciones gubernamentales, ha ido evolucionando y ha permitido a ELA constituir su emblemática caja de resistencia para sustituir el sueldo de los trabajadores en huelga, uno de los iconos de la central abertzale que ha permitido mantener vivas muchas de sus luchas.
Primeras movilizaciones Con ELA-STV ya legalizado, el Gobierno estatal presentó en 1979 el proyecto de ley del Estatuto de los Trabajadores tras un acuerdo entre UGT y CEOE. Este pacto dio lugar a las primeras movilizaciones masivas del movimiento obrero vasco tras la dictadura, unas protestas en las que la actividad de ELA desempeñó un papel fundamental. Esta posición reivindicativa y dinámica se ha mantenido a lo largo de los últimos 30 años hasta el día de hoy, en que se ha agudizado la confrontación con las centrales de implantación estatal a causa de los pactos firmados con el gobierno de Madrid y con la patronal. El sindicato nacionalista pretende servirse de su centenario para seguir denunciando las reformas que se aplican desde Madrid, y especialmente la próxima reforma de la negociación colectiva "que sólo pretende empobrecer a los trabajadores y apartar a las mayorías sindicales de Euskadi y Galicia". "La dinámica sindical vasca ha permitido lograr muchos triunfos a los trabajadores a lo largo de la historia y la patronal lo sabe", afirma Txiki Muñoz.
"El mejor homenaje que podemos hacer a los militantes que han luchado en el pasado y que ya no están con nosotros es seguir peleando para mantener intactas sus conquistas", se reafirma el secretario general de ELA, un sindicato centenario, de clase, abertzale y que sigue vivo.